Pequeña biografía que te interese destacar:
N.V. sólo es el nombre con el que trabajo. El nombre que obtengo cuando me sumerjo en las historias que creo. Con ya 30 años, nacida en Elche, Alicante, he dedicado toda mi vida a mis dos grandes pasiones; los animales y, por supuesto, la escritura. El Trisquel del Tiempo I: El despertar de la serpiente es el resultado de cuatro años de trabajo, de mucha dedicación y, ahora, por fin, comienzo mi andadura en este apasionante mundo.
¿Cómo definirías en un máximo de cinco líneas de qué trata tu libro y por qué deben comprarlo los lectores?
El Trisquel del Tiempo trata sobre el poder femenino, las conexiones mágicas de mujeres fuertes y los destinos escritos. Pero, también trata sobre el amor en todas sus variantes, sobre el dolor, la fuerza interior, la vida y la muerte. Es fantasía, pero también es realidad. Secretos, mentiras, revelaciones y enfrentamientos en un mundo donde la energía está destinada a resurgir a través de tres poderosas mujeres. Hay muchas razones por las que los lectores deberían comprarlo, pero sobre todo leerlo. Sin embargo, la principal y más importante razón es querer disfrutar de una historia a fuego lento, donde poder empatizar con cualquiera de sus personajes. Creo que es una novela que esconde mucho realismo y, a la vez, expresa esa magia que todos llevamos dentro.
¿Cuál es el principal objetivo que te planteaste con la escritura de esta obra?
Cuando comencé a escribirla sólo pensé en disfrutar y expresar una historia que hacía años me rondaba la cabeza. Fue una manera de curarme a mí misma, de reconciliarme con sentimientos que yo creía negativos. Con el tiempo, conforme iba tomando forma, me dije..., "ojalá algún día alguien la lea, disfrute con ella y quiera saber más". Y ese es, a día de hoy, mi objetivo.
¿Qué es para ti ser escritor/a? ¿Te cuesta utilizar esa palabra para definirte?
Para mí ser escritora es levantarte por las mañanas y sólo pensar en escribir. Como dijo Oscar Wilde: "No existen más que dos reglas para escribir; tener algo que decir y decirlo." Pero también es leer. Leer muchísimo, a conocidos y desconocidos. Un escritor que no lee, es un orador que no sabe escuchar.
Y sí, por supuesto que me cuesta definirme como escritora. Supongo que a todos los escritores noveles nos ocurre, en cierta forma, que no concebimos ser escritor a no ser que vendamos miles de libros. Es como la sociedad te lo dicta. Pero no, hay que creérselo un poquito más, una labor que yo también intento cada día.
¿Qué ha sido lo más bonito y lo más difícil de todo el proceso de publicación de tu libro?
Lo más bonito ha sido el proceso, toda la ilusión depositada en cumplir un sueño que he tenido desde que tengo uso de razón y he disfrutado como una niña en Disneyland. Hasta grité al ver los diseños de cubierta.
Lo más difícil ha sido, sin duda, luchar contra mi propio sabotaje. Esa vocecilla maliciosa que te dice "vas a fracasar". Por suerte, he aprendido a silenciarla y cada vez lo hago antes.
¿Les aconsejarías a otros escritores que se embarcaran en la aventura de la autoedición?
Sí, por supuesto. Para un escritor, su primer libro es su bebé y merece ser mimado y consentido por su progenitor. Autoeditarse es darse ese privilegio, ser parte del proceso, trabajarlo y tenerlo siempre ahí, presente. Porque, al final, lo hagas de una forma u otra, todo lleva al mismo punto, que es currárselo hasta que duela.
¿Cuál ha sido tu experiencia con Rubric?
Mi experiencia con Rubric no la cambiaría por nada. José Manuel y Taira han estado ahí en cada procedimiento, dispuestos a escucharme y aconsejarme. No me he sentido abandonada en el proceso y me han hecho parte de ello en todo momento. Incluso en mis dudas han tenido esas maravillosas palabras para que se me disiparan.
¿Qué sentiste cuando tuviste el libro entre tus manos?
Al ver el libro por primera vez, ya físico, fue un amasijo de emociones. Me sentí feliz, muy orgullosa de mí misma y también incrédula, porque todavía cuesta creer que ya está, que está hecho. Siempre se tiene algo de miedo, pero la ilusión es más fuerte. Lo puse en mi estantería y lloré.
¿Algún consejo para escritores que están empezando?
Mi consejo es que no se rindan. Soy la primera que sabe lo mucho que cuesta creer que tu propia historia puede tener un hueco, pero la tiene. Se debe creer en ella y trabajarla todos los días, aprender de los demás e insistir con uno mismo. Día a día, nos arriesgamos en muchas cosas: Cambios de trabajo, de ciudad, alquilar o comprar, antiguas relaciones, nuevas relaciones y, aun con miedo, todo eso se hace. ¿Por qué no tu libro?
Últimamente nos gusta cerrar nuestras entrevistas con una pequeña batería de frases que requieren una respuesta muy breve, ¡vamos a ello!
Tu principal fuente de inspiración es… La lectura.
Para llamar a las musas nada como… La música, bandas sonoras.
Tu lugar preferido para escribir… Mi habitación. Es mi templo.
¿Prefieres el día o la noche?, ¿el silencio o algún sonido de fondo? Soy muy diurna. Y mientras sólo escuche mi propia música, nada me distrae.
¿Libro electrónico o libro en papel? En papel.
¿Alguna superstición? Todas, excepto los gatos negros, que los adoro.
Un sueño como escritor/a… Ser reconocida como tal, que mi novela sea conocida y llegar a ayudar a otros escritores noveles.
Tu escritor/a favorito/a… Don Winslow.
Un personaje literario que te cautivara especialmente… Cuando leí El Código Da Vinci, la protagonista, Sophie, fue amor a primera línea.
La novela que te hizo llorar… Las ventajas de ser un marginado, de Stephen Chbosky.
Por último, nos gustaría conocerte un poquito mejor, ¿te animas a responder a nuestro apartado “muy personal”?
Tu comida favorita es… Una hamburguesa bien grasienta.
Serías capaz de insultar si… Insulto mucho, pero lo hago en serio si tocan a las personas que quiero.
Tu ciudad favorita es… París.
Lo que te hace más feliz… A riesgo de ser típica; escribir.
Lo que más odias de este mundo… La pasivo-agresividad e hipocresía.
Una manía personal… Libros, películas, música, todo lo ordeno siempre por cronología.
¿De qué te disfrazarías en una fiesta de disfraces?... Iría con el pijama de Gryffindor.
Ahora mismo estás leyendo... El día que se perdió el amor, de Javier Castillo.
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