Pequeña biografía que te interese destacar:
Jon Cabrera (Barakaldo, 1972), periodista, cuenta con una amplia trayectoria en medios de Bilbao, Marbella y Palencia.
Fundador de la revista de humor Karma dice, desarrolló en sus artículos un estilo característico, pomposo y elaborado hasta el ridículo, al servicio de un contenido irreverente y provocador, cuando no punible.
En 2003 publica Vicrila, libro que recoge la historia de la empresa ubicada en Lamiako desde 1890. Además, es autor de numerosos relatos y guiones de cortometraje. Con Talento natural gana el Premio Literario Carlos Giménez de Paracuellos de Jarama en la categoría de relato corto.
Actualmente reside en la Montaña Palentina, donde ha encontrado el tiempo y el silencio necesarios para escribir. Cuando no, sigue sorprendiéndose con sus admirados Chaplin, Krahe, Helloween o René Lavand; y si de libros se trata, Poe, Hugo, Orwell, Ivá, Mendoza, King...
¿Cómo definirías en un máximo de cinco líneas de qué trata tu libro y por qué deben comprarlo los lectores?
Toda persona, por anodina que parezca, atesora historias interesantes. En Fantasmas en la trinchera el lector va a conocer, gracias a una narración ágil y un humor irreverente, personajes reconocibles de los que, seguro, se acabará encariñando.
(Está feo que yo lo diga)
¿Cuál es el principal objetivo que te planteaste con la escritura de esta obra?
Fantasmas en la trinchera no es más que un divertimento. Para mí, desde luego, lo ha sido como forma de explorar las diferentes maneras en la que se puede contar una historia que, en realidad, son muchas. Espero que para el lector también lo sea.
Uno de los objetivos prioritarios durante la redacción siempre fue que la historia no decayera, que no perdiera ritmo ni originalidad, que el lector encontrara siempre un motivo para pasar página y seguir leyendo. Como decía René Lavand: “El público disculpa el error, lo que no perdona es el aburrimiento”
¿Qué es para ti ser escritor/a? ¿Te cuesta utilizar esa palabra para definirte?
Como cualquier actividad obligatoria o rutinaria, no contemplo el ser escritor como una profesión a tiempo completo, para eso ya trabajé como periodista. Soy escritor desde el momento en que una historia se me presenta en forma de frases sueltas y me dice que tengo que ponerme a trabajar para darlas forma.
¿Qué ha sido lo más bonito y lo más difícil de todo el proceso de publicación de tu libro?
Lo más bonito, saber que iba a ser posible.
Lo más difícil, me temo, viene ahora: darlo a conocer y, quizá, venderlo.
¿Les aconsejarías a otros escritores que se embarcaran en la aventura de la autoedición?
A día de hoy, la autoedición es casi el único camino para hacer que el producto final sea lo más parecido al libro que realmente quieres.
Desde luego, tal y como funciona el mercado editorial “tradicional” también es la forma más factible, si no la única, de ver tu libro impreso. Especialmente si es tu ópera prima.
¿Cuál ha sido tu experiencia con Rubric?
De todas las opciones de autoedición que se ofertan, que son muchas, Rubric ofrece la confianza en la gestión del producto, sin subterfugios; y en la elaboración del libro, un control absoluto por parte del autor.
¿Qué sentiste cuando tuviste el libro entre tus manos?
Pues lamento admitir que, después de todo el trabajo que hay detrás, la impresión de que solo era un paso más, que nunca estará terminado. (Esta autoexigencia mía algún día va a matarme)
¿Algún consejo para escritores que están empezando?
El mismo que una vez me dio Ramiro Pinilla: que se busquen un trabajo.
No es para desmoralizar, todo lo contrario, solo con independencia absoluta se puede crear de verdad.
Algo que desees añadir…
Sinceramente, ahora lo que tengo son dudas sobre cómo será la acogida de Fantasmas en la trinchera.
Sé que es una propuesta original y muy transgresora, pero también muy trabajada. Si tiene aceptación, amenazo con un próximo segundo libro que anuncio más loco y más libre. Al fin y al cabo, eso debe ser el arte.
Últimamente nos gusta cerrar nuestras entrevistas con una pequeña batería de frases que requieren una respuesta muy breve, ¡vamos a ello!
Tu principal fuente de inspiración es… las personas.
Para llamar a las musas nada como… una buena charla.
Tu lugar preferido para escribir… cualquiera en el que me sienta cómodo. Eso sí, con estilográfica.
¿Prefieres el día o la noche?, ¿el silencio o algún sonido de fondo? De día, preferentemente por la mañana, cuando todavía te acuerdas de las ocurrencias que tus sueños te hayan podido dejar. Con silencio absoluto o heavy metal de fondo (Aut Caesar aut nihil).
¿Libro electrónico o libro en papel? Papel siempre que sea posible, aunque si, como yo, has vivido en un apartamento de 25 metros cuadrados, comprenderás que el electrónico puede ser práctico.
¿Alguna superstición? Nunca
Un sueño como escritor/a… Que un fragmento de alguna obra mía aparezca en un libro de lecturas para escolares. Olvídate del Nobel, no hay mayor reconocimiento que ese.
Tu escritor/a favorito/a… ¿Sólo uno? Orwell. Admiro de King que no me da pereza ponerme con una de sus obras y de Ivá, su actitud vital.
Un personaje literario que te cautivara especialmente… El obispo Myriel, el primer personaje que aparece en Los Miserables, de Víctor Hugo
La novela que te hizo llorar… El relato El gigante egoísta de Wilde.
Por último, nos gustaría conocerte un poquito mejor, ¿te animas a responder a nuestro apartado “muy personal”?
Tu comida favorita es… ¿la cerveza vale? Entonces el talo de Santo Tomás.
Serías capaz de insultar… ante una injusticia.
Tu ciudad favorita es… Bilbao.
Lo que te hace más feliz… los amigos y las victorias del Athletic.
Lo que más odias de este mundo… la imposición.
Una manía personal… la puntualidad.
¿De qué te disfrazarías en una fiesta de disfraces?... No suelo hacerlo. La última vez que me disfracé fue de Lemmy, el cantante de Motorhead… pocos días después de que muriera. No estuve muy respetuoso.
Ahora mismo estás leyendo... Relatos de lo inesperado, de Roald Dahl.
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