Cómo elegir una buena tipografía para tu libro
Cuando la creación termina. Cuando llega el punto en el que no vas a tocar más el texto. Ese es el momento en el que otros factores externos a tu historia, al contenido, comienzan a entrar en juego. Opciones ajenas al alma de tu libro, pero a la vez tan importantes que pueden provocar el entusiasmo o el rechazo del lector. Dentro de estas cuestiones vamos a explicarte cómo elegir una buena tipografía para tu libro.
La importancia de la tipografía al autoeditar
Como escritor conoces bien que lo esencial en una obra es lo que transmite. La magia de las palabras que has plasmado en tu archivo con la intención de que tus lectores experimenten el mundo que has creado. Pero esas palabras tienen que ser legibles y a su vez, en su forma, transmitir su mensaje. Emular un manuscrito, reproducir un aviso de pantalla o, simplemente, que la trama de tu obra se lea con claridad. ¿Posibilidades? Muchas.
Opciones para acertar o fracasar con el tipo de letra
Tenemos tantas posibilidades que se pueden antojar infinitas en el momento en el que empezamos a navegar por el mundo de las tipografías. ¿Es mejor una letra adornada o una más simple? Puedes pensar que esa elección la debes tomar según tu criterio o tus gustos, pero cuidado, porque es más importante que una simple preferencia.
La tipografía es lo que hace legible tus palabras y debe ser la adecuada. Una vez escogida la que permitirá una lectura correcta, simple y sin distracciones, debemos asegurarnos de que está colocada correctamente.
El lugar de cada línea, cada párrafo, el espacio entre caracteres, el interlineado…, toda una gama de detalles que cuidar y que son vitales. La maquetación es un pilar esencial para que la lectura sea ordenada y facilite que el lector se sumerja sin distracciones en tu historia.
Cuando la tipografía forma parte de la obra
A veces las propias palabras forman parte de la historia. En muchos cuentos infantiles las palabras cambian de tamaño, color o estilo para destacar conceptos o frases completas. Aunque lo ideal es usar un par de tipografías en una novela o ensayo, el avance de los acontecimientos que se narran puede dar pie a un uso de las letras que apoye o enriquezca el texto.
Por ejemplo, podemos destacar que estamos en un tiempo pasado con cursivas o incluir anotaciones o pensamientos de los personajes usando otro estilo visual. En casos como estos las letras aportan más información que la que ofrecen con su lectura.
No permitas que una mala maquetación arruine tu trabajo
Si tu obra no requiere que la tipografía sea un elemento de apoyo, no dejes la elección de esta al azar. Recuerda todas las veces que has leído un libro cuya tipografía no destacaba. Seguramente han sido casi todas, porque cuando una tipografía es correcta cumple su cometido: ser legible y no dar lugar a distracciones. La mejor es la que pasa desapercibida.
Si, por el contrario, nos equivocamos, el lector no seguirá la historia correctamente. Se distraerá, deberá releer (si es que tiene interés) y, por supuesto, acabará abandonando la lectura, molesto por haber comprado algo de poca calidad.
Todo tu trabajo perdido. Una gran obra en un cajón por un detalle técnico.
La experiencia en autoedición se nota
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