Corrección ortotipográfica y de estilo: ejemplos
No todo el mundo sabe que la corrección de textos es una fase fundamental del proceso de autoedición. Gracias a ella puedes evitarte el sonrojo de que tu libro se publique con errores ortográficos, gramaticales, de puntuación… Y, si además has contratado una corrección de estilo, garantizarás una lectura limpia, ágil y agradable. ¿En qué consiste cada una de ellas? Te animamos a seguir leyendo, porque, además de explicarte qué es una corrección ortotipográfica y una de estilo, te lo ilustraremos con ejemplos.
Antes de nada: ¿por qué contratar una corrección profesional?
Puede que hayas revisado tu texto hasta la saciedad y que estés convencido de que con ese filtro, más el de algún que otro lector conocido, es suficiente. No es por desilusionarte ni por desmerecer tu trabajo, pero desde Rubric te recomendamos encarecidamente que optes por contratar una corrección profesional. Tras pasar el texto por un análisis externo y minucioso, verás que todo son ventajas: quedará limpio, sin errores que enturbien el mensaje. Mostrará mimo por tu obra y respeto por el lector que pagará por ella.
La corrección ortotipográfica
Como te decíamos, antes de publicar un libro es imprescindible que este pase por una fase de corrección, como mínimo, ortotipográfica. Esta garantiza que tu texto no contiene errores flagrantes, es decir, que se ajusta a las normas y estándares de la lengua española, en este caso fijados principalmente por la RAE.
En ella se corrige la ortografía de las palabras y se depuran los errores gramaticales. También se revisa el uso de los signos (puntos, comas, rayas, comillas…) y símbolos, las mayúsculas, las tildes, la puntuación o la escritura de las cifras. Igualmente se tienen en cuenta los resaltes tipográficos como negritas, cursivas, versalitas… Además, los criterios fijados se unifican en toda la obra, para que haya homogeneidad formal.
Ejemplo de corrección ortotipográfica
A continuación te vamos a mostrar un texto tal como nos podría llegar a la editorial, es decir, como vendría en el original o manuscrito:
En ningún momento Susana deseo que aquella despedida, ese adiós de la Directora, significara lo que significo. Se quería quedarse en la empresa. La gente decían que trabajar allí era lo mas. Que allí sesenta minutos no era una hora, si no media. Porqué se comentaba aquello parecía claro : el estaba en los puestos de Gerencia. El era todo el mundo que conocían.
Aún así Susana se revelo contra lo que ella y el resto del personal sentía. Realmente no estaba agusto.
- Dejaras tu puesto mañana a primera hora.
- Si, a sus ordenes.
Y cómo quedaría tras pasar por una corrección ortotipográfica:
En ningún momento Susana deseó que aquella despedida, ese «adiós» de la directora, significara lo que significó. Se Quería quedarse en la empresa. La gente decían que trabajar allí era lo más. Que allí sesenta minutos no eran una hora, sino media. Por qué se comentaba aquello parecía claro: él estaba en los puestos de gerencia. Él era todo el mundo que conocían.
Aun así, Susana se rebeló contra lo que ella y el resto del personal sentían. Realmente no estaba a gusto.
—Dejarás tu puesto mañana a primera hora.
—Sí, a sus órdenes.
La corrección de estilo
Además de la corrección ortotipográfica, existe la corrección de estilo, la cual va un paso más allá en la revisión del texto. Como se puede deducir de su propio nombre, en ella se pulen aspectos estilísticos: sintaxis, léxico, repetición de vocablos, muletillas, pleonasmos, redundancias, cacofonías… Así como saltos injustificados en los tiempos verbales (de pretérito a presente, o viceversa) y de cambios inadecuados de narrador (de primera a tercera persona, o viceversa).
En definitiva, la corrección de estilo bucea en el texto para hacerlo fluido y coherente, buscando una lectura placentera. Se hace siempre de acuerdo al género y peculiaridades de la obra y en consonancia con el estilo y el criterio del autor.
Ejemplo de corrección de estilo
A continuación te mostramos otro texto tal como nos podría llegar a la editorial, es decir, como vendría en el original o manuscrito:
La mesa, la silla y hasta la taza estaban en su sitio. Alfonso había estado casi un año fuera, pero todo estaba igual. Pero algo sí estaba cambiado. Dio un giro de trescientos sesenta grados y ve qué era eso que no estaba exactamente en el mismo sitio. Volvió a remirar y lo detectó claramente. Justo en la pared de atrás. “El retrato de mi padre”, piensa.
Y cómo quedaría tras pasar por una corrección de estilo:
La mesa, la silla y hasta la taza seguían en su sitio. Alfonso había estado casi un año fuera, pero todo permanecía igual. Aunque algo sí había cambiado. Dio un giro de ciento ochenta grados y vio qué era eso que no se hallaba exactamente en el mismo lugar. Volvió a remirar y lo detectó con claridad. Justo en la pared de atrás. «El retrato de mi padre», pensó.
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